Una de las teorías más aceptadas en la actualidad sobre el origen de la vida en la Tierra es la planteada por el científico Alexander Oparín. En ella se plantea que hace unos 4.600 millones de años cuando se formó nuestro planeta, la temperatura era muy elevada y la atmósfera (que no tenía oxígeno libre) estaba formada por gases como metano, dióxido de carbono, vapor de agua, hidrógeno y amoníaco. Los rayos infrarrojos y ultravioletas del sol llegaban directamente a superficie terrestre ya que no existía la capa de ozono.
Con el paso de millones de años, la Tierra fue
enfriándose y el vapor de agua se fue condensando, produciéndose así grandes
tormentas que formaron los océanos primitivos.
Junto con el agua, cayeron moléculas de la atmósfera, y la energía produjo reacciones entre ellas que permitió la formación de moléculas más complejas. Oparín llamó “caldo primitivo” a esos mares. Algunas de estas moléculas comenzaron a separarse del medio con una membrana que les brindaba protección y estabilidad. Estas moléculas, que llamó coacervados, serían las antecesoras de los primeros seres vivos.
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